Noticia Detallada - TSJ Regiones

Derrapes, charcos, piedras, cauchos y las infaltables bombas lacrimógenas; fueron algunos de los obstáculos que los alguaciles debieron atravesar para realizar las proezas con el fin de poder aprobar esta inducción.

La inducción se realizó en la Comandancia de Policía y en algunos sitios de Puerto Ayacucho donde se encontraba en lodo, para que los cursantes realizaran maniobras en terrenos difíciles.

Algo curioso fue que cuando hacían algo mal, el instructor los castigaba severamente con flexiones de pecho y torontontín (ejercicio de piernas para policías) sobre lodo y charcos de aguas con barro, con la finalidad de que entendieran que era algo serio y debían no perder la paciencia en casos extremos.

"Me salían las lagrimas solas y si me tocaba la cara era peor el ardor" Fueron algunas de las expresiones que los cursantes expresaban luego de ser sometidos intensamente a las bombas lacrimógenas.

El curso duró una semana en las cuales los alguaciles aprendieron a tener equilibrio al sentarse sobre cauchos, se ejercitaron con trotes y circuitos, además, de manejar motos sobre charcos, hacer maniobras con la moto en marca y romper en algunos casos los frenos por las maniobras realizadas.

Vale destacar las motivaciones que los funcionarios judiciales se daban entre si al expresar: "tranquilo que ese ardor solo dura tres minutos, trata de no tocarte la cara y los ojos".

El curso se realizó gracias a la gestión de la Dra. Mercedes Hernández, Jefa de la División de Servicios Judiciales y los encargados del alguacilazgo penal, el Antrop. Simón Cabrera y el Sr. Derio Martínez.